📜 El origen de la noche
Hace mucho tiempo, cuando el mundo era nuevo, solo había luz y calor. El sol brillaba todo el tiempo, sin descanso ni piedad. Los animales y las plantas sufrían por la sequedad y el cansancio. No podían dormir ni refrescarse. Los hombres también padecían por el sol, y no podían trabajar ni descansar. Solo podían esconderse en las cuevas o bajo las sombras de los árboles.
Los hombres le pidieron al sol que les diera un respiro, que se ocultara por un rato para que pudieran tener un poco de oscuridad y frescura. Pero el sol se negó, y les dijo que él era el dueño del cielo y de la tierra, y que nadie podía cuestionar su voluntad. El sol se burló de los hombres, y les dijo que si querían la noche, tendrían que robarla.
Los hombres se sintieron ofendidos y desafiados por el sol, y decidieron buscar la forma de robarle la noche. Pero no sabían cómo hacerlo, ni dónde encontrarla. Así que recurrieron a la sabiduría de los animales, y les pidieron su ayuda.
Los animales se compadecieron de los hombres, y les dijeron que la noche estaba escondida en una cueva muy lejana, custodiada por el jaguar, el aliado del sol. Los animales les dijeron que solo había una forma de entrar en la cueva sin ser vistos por el jaguar: tenían que disfrazarse de murciélagos, los únicos animales que podían volar en la oscuridad.
Los hombres aceptaron el consejo de los animales, y se pusieron pieles de murciélagos sobre sus cuerpos. Luego se dirigieron a la cueva donde estaba la noche, guiados por el colibrí, el mensajero de los animales. Al llegar a la cueva, vieron al jaguar dormido a la entrada, vigilando el tesoro del sol. Los hombres aprovecharon su sueño, y entraron en la cueva volando como murciélagos.
Dentro de la cueva, los hombres encontraron una gran bolsa tejida con hilos de oro y plata. Era la bolsa donde el sol guardaba la noche, junto con las estrellas y la luna. Los hombres tomaron la bolsa con cuidado, y salieron de la cueva sin hacer ruido. El jaguar no se dio cuenta de nada, y siguió durmiendo.
Los hombres regresaron a su pueblo con la bolsa de la noche, y se reunieron con los animales para celebrar su triunfo. Los hombres le agradecieron a los animales por su ayuda, y les dijeron que iban a compartir la noche con ellos. Los animales se alegraron, y les dijeron que iban a enseñarles a usar la noche con respeto y armonía.
Los hombres abrieron la bolsa de la noche, y dejaron salir su contenido. La oscuridad cubrió el cielo, y las estrellas y la luna lo iluminaron con su luz suave. Los hombres y los animales sintieron una gran felicidad al ver la noche por primera vez. Se abrazaron unos a otros, y cantaron canciones de gratitud al cielo.
El sol se despertó al escuchar las canciones, y se asomó al cielo. Se sorprendió al ver que su tesoro había desaparecido, y que la noche reinaba en su lugar. Se enfureció al ver que los hombres le habían robado la noche, y que los animales les habían ayudado. Juró vengarse de ellos, y recuperar lo que era suyo.
El sol comenzó a perseguir a la noche por el cielo, tratando de alcanzarla y devorarla. Pero la noche era más rápida y astuta que el sol, y siempre lograba escapar de él. Así fue como se creó el ciclo del día y la noche, que se alternan en el cielo según el movimiento del sol y la luna.
Los hombres y los animales aprendieron a vivir con el ciclo del día y la noche, aprovechando sus beneficios y evitando sus peligros. Los hombres aprendieron a trabajar durante el día, y a descansar durante la noche. Los animales aprendieron a adaptarse a sus ritmos, y a convivir en paz. Los hombres y los animales se hicieron amigos, y se respetaron mutuamente.
Así fue como los hombres robaron la noche al sol, y la compartieron con los animales.
Fin.
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