☕️ capitulo 7: La guerra
Mientras Sagipa y sus aliados se rebelaban contra Nemequene, Michuá seguía con su propio plan. Él no se había unido a la rebelión, porque no confiaba en Sagipa ni en los demás caciques. Él sabía que si Sagipa lograba derrocar a Nemequene, no cumpliría sus promesas, y se quedaría con todo el poder y la riqueza. Él sabía que Sagipa era tan ambicioso y egoísta como él.
Por eso, Michuá había decidido actuar por su cuenta. Él había contactado con un grupo de mercenarios, que eran guerreros de otros pueblos que se vendían al mejor postor. Él les había ofrecido una gran suma de oro, a cambio de que lo ayudaran a matar a Nemequene y a Saguamanchica. Él les había dicho que así podrían liberar a los chibchas de la tiranía de Nemequene, y que él sería el nuevo zipa, y les daría más oro y privilegios.
Los mercenarios habían aceptado la oferta de Michuá, y habían esperado el momento oportuno para atacar. Ese momento llegó cuando Nemequene y Saguamanchica salieron del templo del sol, después de la ceremonia. Los mercenarios se habían disfrazado de chibchas, y se habían mezclado con la multitud. Cuando vieron a Nemequene y a Saguamanchica pasar por su lado, sacaron sus armas y los atacaron por sorpresa.
Nemequene y Saguamanchica no estaban preparados para el ataque, y no tuvieron tiempo de defenderse. Los mercenarios les clavaron sus cuchillos y sus lanzas, sin piedad ni compasión. Nemequene y Saguamanchica cayeron al suelo, bañados en sangre.
Los chibchas que presenciaron el ataque quedaron paralizados por el horror y la confusión. No podían creer lo que veían. No podían entender lo que pasaba.
Michuá aprovechó el caos para acercarse a los cuerpos de Nemequene y Saguamanchica. Se aseguró de que estuvieran muertos, y luego les quitó el disco de oro y la luna de plata, que eran los símbolos del poder del zipa. Luego alzó los objetos al aire, y gritó:
- ¡Yo soy el nuevo zipa! ¡Yo soy el elegido por el sol!
Los chibchas lo miraron con asombro e indignación. No podían creer lo que decía. No podían aceptar lo que hacía.
- ¡No! ¡No! ¡No! -gritaron los chibchas-. ¡Tú no eres el nuevo zipa! ¡Tú no eres el elegido por el sol! ¡Tú eres un asesino! ¡Tú eres un traidor!
Los chibchas se lanzaron contra Michuá, dispuestos a hacerle pagar por su crimen. Pero Michuá estaba protegido por los mercenarios, que lo defendieron con sus armas. Se desató una batalla entre los chibchas leales a Nemequene y Saguamanchica, y los chibchas rebeldes de Sagipa y Michuá.
La plaza se convirtió en un campo de sangre y fuego, donde se escuchaban los gritos de dolor y rabia, los golpes de las armas y los lamentos de los muertos.
Y así, comenzó la guerra.
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