☕️ Capítulo 6: El ataque de los piratas
Zosimos, Abraha y Nefertiti aceptaron el regalo del rey Mahasena y se despidieron de él con gratitud y respeto. El rey Mahasena les dio escolta y transporte para llevarlos de vuelta a su barco. El rey Mahasena les deseó un buen viaje y les pidió que volvieran pronto.
Los tres salieron de Sri Lanka y continuaron su viaje hacia el sur, cruzando el océano Índico. Su destino era la isla de Sumatra, una isla exuberante y salvaje, donde crecían especias y frutas, y donde habitaban animales feroces como tigres y elefantes.
Sin embargo, su viaje se vio interrumpido por el ataque de unos piratas malayos, que los sorprendieron en alta mar. Los piratas malayos eran unos bandidos que se dedicaban a asaltar y saquear los barcos que navegaban por el océano Índico. Los piratas malayos eran unos hombres crueles y codiciosos que no tenían piedad ni compasión.
Los piratas malayos abordaron el barco de Abraha con violencia y rapidez. Lucharon contra la tripulación, que trató de defenderse con valor y coraje. Mataron a algunos marineros, hirieron a otros, capturaron a los demás. Buscaron entre las mercancías, que destrozaron con saña y desprecio. Robaron todo lo que les pareció valioso, que guardaron con avidez y alegría.
Los piratas malayos se fijaron en Zosimos, Abraha y Nefertiti, que estaban en la cubierta, rodeados por sus hombres. Los reconocieron como extranjeros y como reyes. Los consideraron como presas y como trofeos.
Los piratas malayos se acercaron a Zosimos, Abraha y Nefertiti, que se prepararon para luchar, para huir o para negociar.
- ¿Quiénes sois vosotros? -les preguntó el jefe de los piratas con una voz ronca y amenazante-. ¿De dónde venís? ¿A dónde vais? ¿Qué lleváis?
- Somos viajeros -respondió Abraha con una voz firme y tranquila-. Venimos de Meroe. Vamos a Sumatra. Llevamos mercancías.
- ¿Mercancías? -repitió el jefe de los piratas con una risa burlona-. ¿Qué clase de mercancías?
- Telas, metales, cuentas... -dijo Abraha con una mentira hábil-. Nada que os interese.
- Eso lo veremos nosotros -dijo el jefe de los piratas con una mirada codiciosa-. Vamos a registrar vuestro barco y a tomar lo que nos plazca.
- No os atreváis -dijo Abraha con una advertencia audaz-. Somos reyes y tenemos poder. Si nos robáis o nos hacéis daño, os arrepentiréis.
- ¿Reyes? -repitió el jefe de los piratas con una risa sarcástica-. ¿Qué reyes sois vosotros? ¿De qué reinos?
- Soy el rey de Meroe -dijo Abraha con orgullo-. Soy el señor del Nilo, el hijo del dios Amón.
Los piratas malayos se quedaron estupefactos al oír las respuesta de Abraha . No sabían si creerles o no. No sabían si temerles o no.
El jefe de los piratas los miró con duda y curiosidad.
- ¿Tenéis alguna prueba de vuestra realeza? -les preguntó con una voz suspicaz-. ¿Algún símbolo o documento que os acredite?
- Sí, tenemos -dijo Abraha con seguridad-. Tenemos un anillo y una perla.
Abraha sacó de su bolsa el anillo de oro con el sello real de Meroe y se lo mostró al jefe de los piratas. El jefe de los piratas lo reconoció como un objeto valioso y lo tomó con sus manos. Lo examinó con atención y lo puso en su dedo.
- Es un buen anillo -dijo el jefe de los piratas con satisfacción-. Pero no es suficiente para demostrar que sois el rey de Meroe.
Abraha sacó de su bolsa la perla gigante que le había regalado el rey Mahasena y se la mostró al jefe de los piratas. El jefe de los piratas la reconoció como una reliquia sagrada y la tomó con sus manos. La miró con asombro y la acercó a su pecho.
- Es una buena perla -dijo el jefe de los piratas con emoción-. Pero no es suficiente para demostrar que sois el rey de Meroe.
- ¿Qué más queréis? -preguntó Abraha con impaciencia-. ¿Qué más necesitáis?
- Queremos más -dijo el jefe de los piratas con ambición-. Necesitamos más.
El jefe de los piratas se guardó el anillo y la perla en su bolsa y se dirigió a sus hombres.
- ¡Vamos, muchachos! -les ordenó con una voz fuerte y alegre-. ¡Hemos encontrado un buen botín! ¡Vamos a llevarnos todo lo que podamos!
Los piratas malayos se lanzaron sobre el barco de Abraha y empezaron a saquearlo con violencia y rapidez. Cargaron sus botes con las mercancías, las armas, los objetos personales...
Zosimos y Abraha fueron atados y amordazados. Nefertiti fue arrastrada y golpeada.
Los piratas malayos remaron hacia sus barcos, que estaban esperándolos a cierta distancia. Dejaron atrás el barco de Abraha.
Zosimos miró el horizonte con desesperación y angustia. No sabía qué le depararía el futuro.
Nefertiti miró el horizonte con devoción y confianza. No le importaba el futuro. Solo le importaba el presente. Solo le importaba estar con Zosimos.
Abraha miró el horizonte y recapacito... habia perdido todas las riquezas que habia ambicionado y recolectado durante su viaje pero aun seguian vivos y juntos; decidio en ese momento que era hora de volver a casa.
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