☕️ Capítulo 5: Sri Lanka


Después de despedirsen de la isla de Socotra, Zosimos, Abraha y Nefertiti siguieron su viaje hacia el sur, cruzando el océano Índico. Su destino era Sri Lanka, una isla paradisíaca donde reina el budismo.

Sri Lanka es una isla situada al sur de la India, separada de ella por el estrecho de Palk. Tiene una superficie de unos 65.000 km² y una población de unos 22 millones de habitantes. Su clima es tropical y su relieve es variado, con montañas, llanuras y costas. Su historia es milenaria y su cultura es rica y diversa.

Sri Lanka tiene una larga tradición budista, que se remonta al siglo III a.C., cuando el monje Mahinda, hijo del emperador indio Asoka, introdujo el budismo Theravada en la isla. Desde entonces, el budismo ha sido la religión mayoritaria y ha influido en todos los aspectos de la vida y el arte de los cingaleses, el grupo étnico dominante en la isla. El budismo ha dado lugar a la construcción de numerosos templos, monasterios, estupas y estatuas, que son testimonios de la fe y la devoción de los cingaleses.

Zosimos se sintió atraído e intrigado por Sri Lanka. Había leído sobre ella en los libros de geografía y de historia. Había oído sobre ella en las historias de los viajeros y de los comerciantes. Había deseado conocerla desde que supo de su existencia.

Nefertiti se sintió atraída e intrigada por Sri Lanka. Ella había visto a algunos cingaleses en Egipto, cuando era esclava. Ellos le habían contado sobre su isla, su religión y su lengua. Ellos le habían enseñado algunas palabras y algunas oraciones.

Abraha se sintió atraído e intrigado por Sri Lanka. Él tenía un interés especial en esa isla, pero no lo había revelado a los demás. Él tenía un motivo oculto para visitar esa isla, pero no lo había compartido con nadie.

Los tres se acercaron a Sri Lanka y la vieron por primera vez. Era una isla verde y exuberante, rodeada de un mar azul y cristalino. Era una isla montañosa y boscosa, salpicada de lagos y de ríos. Era una isla hermosa y pacífica, llena de encanto y de armonía.

Zosimos quedó maravillado al ver Sri Lanka. Nunca había visto una isla tan diferente y tan sorprendente. Nunca había visto una isla tan fascinante y tan atractiva.

Nefertiti quedó maravillada al ver Sri Lanka. Ella había visto muchas islas en su vida, pero ninguna como esa. Ella había visto muchas islas hermosas, pero ninguna tan mágica.

Abraha quedó maravillado al ver Sri Lanka. Él había estado en esa isla antes, pero hacía mucho tiempo. 

Los tres entraron en Sri Lanka y fueron recibidos por el rey Mahasena. El rey Mahasena era un hombre joven y apuesto, que reinaba sobre Sri Lanka desde hacía cinco años. Tenía el cabello negro y rizado, adornado con flores. Tenía los ojos marrones y brillantes, llenos de bondad. Tenía la nariz recta y los labios finos, expresivos de elegancia. Tenía la piel clara y suave, marcada por el sol. Tenía el cuerpo delgado y ágil, vestido con una túnica blanca y un manto amarillo. Era el soberano de Sri Lanka desde que su padre murió asesinado por unos rebeldes tamiles. Era un gobernante pacífico y generoso que había restaurado la paz y la prosperidad en la isla. Era un budista devoto y respetado que había promovido el culto al Buda.

El rey Mahasena los saludó con cordialidad y simpatía.

- Bienvenidos a Sri Lanka, viajeros -les dijo con una voz suave y melodiosa-. Soy Mahasena, hijo de Dhatusena, nieto de Kassapa, bisnieto de Moggallana, tataranieto de Dhatusena I... Soy el rey de Sri Lanka, señor de la isla, discípulo del Buda.

- Gracias por recibirnos, majestad -dijo Abraha con una reverencia-. Soy Abraha, hijo de Ergamenes, nieto de Arkamani, bisnieto de Nastasen, tataranieto de Aspelta... Soy el rey de Meroe, señor del Nilo, hijo del dios Amón.

- Gracias por venir, majestad -dijo el rey Mahasena con otra reverencia-. Es un honor teneros en mi reino. He oído hablar de vuestra grandeza y vuestra sabiduría.

- Y yo he oído hablar de la vuestra -dijo Abraha con cortesía-. He venido a conocer vuestro reino y a establecer lazos de amistad y comercio con vos.

- Estoy encantado de escuchar eso -dijo el rey Mahasena con alegría-. Os mostraré mi reino y os ofreceré lo mejor de él.

- Os lo agradezco -dijo Abraha con gratitud-. Os presento a mis socios y amigos: Zosimos, un sabio griego que busca el conocimiento; y Nefertiti, una bella egipcia que busca la libertad.

- Encantado de conocerlos -dijo el rey Mahasena con una sonrisa-. Sois bienvenidos a mi reino. Espero que disfrutéis de vuestra estancia.

Zosimos y Nefertiti se inclinaron ante el rey Mahasena y le dieron las gracias. El rey Mahasena los invitó a acompañarlo a su ciudad, su monasterio y su estupa. Los tres aceptaron con gusto.

El rey Mahasena los llevó a su ciudad, que se llamaba Anuradhapura. Era la capital histórica y religiosa de Sri Lanka, fundada en el siglo IV a.C. Era una ciudad grande y espléndida, rodeada por una muralla y un foso. Tenía palacios, templos, jardines, mercados, talleres... Tenía una población de unos cien mil habitantes, que vivían en casas de ladrillo y madera. Era una ciudad próspera y culta, que era el centro político, económico y espiritual del reino.

Zosimos se sintió impresionado y admirado al ver la ciudad de Anuradhapura. Nunca había visto una ciudad tan grande y tan bella. Nunca había visto una ciudad tan poderosa y tan sagrada.

Nefertiti se sintió impresionada y orgullosa al ver la ciudad de Anuradhapura. Ella había visto muchas ciudades en su vida, pero ninguna como esa. Ella había visto muchas ciudades prósperas, pero ninguna tan culta.


El rey Mahasena los llevó a su monasterio, que se llamaba Mihintale. Era el lugar donde el monje Mahinda había introducido el budismo en Sri Lanka en el siglo III a.C., convirtiendo al rey Devanampiya Tissa. Era un lugar sagrado y venerado por los budistas, que lo visitaban para meditar y orar. Tenía una gran roca donde se decía que Mahinda había aparecido ante el rey; una cueva donde se decía que Mahinda había vivido; una dagoba donde se decía que Mahinda había guardado una reliquia del Buda; un estanque donde se decía que Mahinda había realizado un milagro.

El rey Mahasena los llevó a su estupa, que se llamaba Ruwanwelisaya. Era una de las estupas más grandes y más antiguas del mundo, construida en el siglo II a.C. por el rey Dutugemunu. Era una estructura circular y blanca, que simbolizaba el cuerpo del Buda. Tenía una altura de unos 100 metros y un diámetro de unos 300 metros. Tenía una cúpula que representaba la cabeza del Buda; una aguja que representaba la corona del Buda; una reliquia que representaba el corazón del Buda; una cerca que representaba los brazos del Buda. Era un monumento sagrado y admirado por los budistas, que lo rodeaban para rendirle homenaje al Buda.

El rey Mahasena los invitó a entrar en la estupa de Ruwanwelisaya y les mostró su interior. Les enseñó las pinturas que adornaban las paredes, que narraban la vida y las enseñanzas del Buda. Les enseñó las esculturas que decoraban los nichos, que representaban a los discípulos y los protectores del Buda. Les enseñó la cámara donde se guardaba la reliquia del Buda, que era una perla gigante, de unos 20 centímetros de diámetro, que emitía una luz blanca y cálida.

- Esta es la perla del Buda -les dijo el rey Mahasena con orgullo-. Es una reliquia sagrada que fue traída desde la India por el monje Mahinda. Es una reliquia milagrosa que tiene poderes curativos y espirituales. Es una reliquia preciosa que vale más que todo el oro del mundo.

- Es una perla maravillosa -dijo Zosimos con asombro-. Nunca he visto nada igual.

- Es una perla hermosa -dijo Nefertiti con admiración-. Nunca he visto nada tan bello.

- Es una perla codiciada -dijo Abraha con deseo-. Nunca he visto nada tan valioso.

El rey Mahasena los miró con benevolencia y generosidad.

- Quiero hacerles un regalo -les dijo con una sonrisa-. Quiero darles esta perla como muestra de mi amistad y mi gratitud.

- ¿Qué? -exclamaron Zosimos y Nefertiti con incredulidad.

- ¿Qué? -repitió Abraha con fingida incredulidad.

- Sí, quiero darles esta perla -insistió el rey Mahasena con sinceridad-. Sé que es un regalo muy grande y muy caro, pero creo que se lo merecen. Ustedes son unos viajeros extraordinarios que han venido desde muy lejos para conocer mi reino y mi religión. Ustedes son unos socios dignos que han venido con buenas intenciones y con buen corazón. Ustedes son unos amigos queridos que han venido a compartir conmigo sus experiencias y sus sueños.

- Majestad, no podemos aceptar este regalo -dijo Zosimos igual que nifirtiti con humildad-. Es demasiado grande y demasiado caro para nosotros. No tenemos nada que ofrecerle a cambio.

No hace falta que me ofrezcan nada a cambio -dijo el rey Mahasena con bondad-. Este regalo es una muestra de mi afecto y mi generosidad. No espero nada más que su amistad y su felicidad.

  • Majestad, podemos aceptar este regalo -intervino Abraha con falsa sinceridad-. Le agradecemos su amistad y su sabiduría, pero no queremos ofenderlo ni rechazarlo.

El rey Mahasena los miró con sorpresa y perplejidad. No entendía por qué dos de ellos se negaban a aceptar su regalo y por qué el otro lo aceptaba sin dudar.

Abraha los miró con impaciencia y triunfo. 











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