☕️ capitulo 4: El elegido
El sol ha hablado -repitió el iraca, con voz solemne-. Y ha elegido a su sucesor.
Los chibchas contuvieron la respiración, esperando el nombre del elegido. Nemequene, Sagipa y Michuá se pusieron tensos, esperando que fuera el suyo.
- El sucesor del zipa Saguamanchica es... -dijo el iraca, haciendo una pausa dramática.
- ¿Quién? ¿Quién? -preguntaron los chibchas, impacientes.
- El sucesor del zipa Saguamanchica es... -dijo el iraca, alzando la voz.
- ¡Dilo ya! ¡Dilo ya! -exclamaron los chibchas, excitados.
- El sucesor del zipa Saguamanchica es... -dijo el iraca, señalando con el dedo.
- ¡Nemequene! -gritó el iraca, señalando a Nemequene.
Los chibchas estallaron en un clamor de aplausos y vítores. Nemequene se levantó de su asiento, con una expresión de sorpresa y alegría. Había sido el elegido por el sol, el elegido por el zipa. Había sido el próximo zipa.
- ¡Nemequene! ¡Nemequene! ¡Nemequene! -coreaban los chibchas, felicitándolo.
Nemequene caminó hacia el iraca, que le entregó el disco de oro. Nemequene tomó el disco con ambas manos, y lo alzó hacia el cielo. El disco brilló con la luz del sol, y reflejó la sonrisa de Nemequene.
- Gracias, iraca -le dijo Nemequene-. Gracias, sol. Gracias, zipa.
El iraca le abrazó y le bendijo. El sol le sonrió y le iluminó. El zipa le miró y le asintió.
- Felicidades, sobrino -le dijo el zipa a Nemequene-. Eres el próximo zipa. Eres mi sucesor.
Nemequene se acercó al zipa, y se inclinó ante él. Luego le besó la mano y le agradeció.
- Gracias, tío -le dijo Nemequene-. Eres mi zipa. Eres mi mentor.
El zipa le levantó la cabeza y le abrazó. Luego le dijo al oído:
- Estoy orgulloso de ti, sobrino. Has demostrado ser digno de ser el zipa. Pero no te confíes demasiado. Ser el zipa no es fácil. Tendrás que enfrentarte a muchos desafíos y peligros. Tendrás que ser fuerte y sabio. Tendrás que ser justo y generoso. Y sobre todo, tendrás que ser fiel al sol y a tu pueblo.
Nemequene asintió con respeto y humildad. Sabía que su tío tenía razón: ser el zipa no era fácil. Pero estaba dispuesto a asumir ese reto. Estaba dispuesto a ser el mejor zipa que los chibchas hubieran tenido jamás.
Mientras tanto, Sagipa y Michuá observaban la escena con rabia y frustración. No podían creer que Nemequene hubiera sido el elegido por el sol, el elegido por el zipa. No podían aceptar que Nemequene fuera el próximo zipa.
- Esto es una injusticia -murmuró Sagipa-. Esto es una traición.
- Esto es una mentira -murmuró Michuá-. Esto es una trampa.
Los dos se miraron con complicidad, y se acercaron discretamente. Luego se dijeron al oído:
- No podemos permitir esto -dijo Sagipa-. No podemos dejar que Nemequene sea el zipa.
- No podemos tolerar esto -dijo Michuá-. No podemos dejar que Nemequene nos quite el trono.
Los dos asintieron con determinación, y se juraron venganza. Luego se dijeron al oído:
- Tenemos que hacer algo -dijo Sagipa-. Tenemos que impedir que Nemequene sea el zipa.
- Tenemos que hacer algo -dijo Michuá-. Tenemos que eliminar a Nemequene.
Los dos se miraron con odio, y se sonrieron con malicia. Luego se separaron, y se mezclaron con la multitud. Cada uno tenía su propio plan para conseguir su objetivo. Cada uno tenía su propia forma de acabar con Nemequene.
Y así, comenzó la conspiración.
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