☕️ capitulo 3: El ritual

La ceremonia consistía en una serie de ritos y ofrendas que se hacían al sol, para agradecerle por su luz y su calor, y para pedirle por la prosperidad y la paz de los chibchas. El encargado de dirigir la ceremonia era el iraca Gamuxi, el sumo sacerdote de los chibchas, que vivía en el pueblo sagrado de Sogamoso. El iraca era un hombre anciano y venerable, que tenía el cabello blanco y la piel tatuada. Era el intermediario entre los dioses y los hombres, y el consejero del zipa y del zaque.

El iraca salió del templo del sol, seguido por un grupo de sacerdotes y sacerdotisas, que llevaban consigo varios objetos sagrados. Entre ellos había un gran disco de oro, que representaba al sol; una gran luna de plata, que representaba a la luna; una gran serpiente de esmeralda, que representaba a la tierra; y una gran águila de plumas, que representaba al cielo. También había varias vasijas de cerámica, que contenían maíz, coca, chicha y sangre.

El iraca se colocó frente al disco de oro, y levantó las manos hacia el cielo. Entonces comenzó a cantar en voz alta, en un idioma antiguo y misterioso, que solo él y los demás sacerdotes conocían. Era el idioma de los dioses, el idioma sagrado. Los demás chibchas escuchaban con atención y respeto, sin entender lo que decía.

El canto del iraca era una invocación al sol, al que llamaba Sua. Le pedía que se mostrara benevolente con los chibchas, que les diera salud, fuerza y sabiduría. Le pedía que les protegiera de sus enemigos, que les diera victoria en la guerra y paz en la tierra. Le pedía que les revelara su voluntad, que les indicara quién debía ser el próximo zipa.

Nemequene escuchaba el canto del iraca con esperanza y ansiedad. Él quería ser el elegido por el sol, el elegido por el zipa. Él quería ser el próximo zipa. Pero no sabía si el sol lo favorecería, o si se inclinaría por otro candidato. No sabía si su sueño era una señal o una advertencia.

Mientras tanto, Sagipa escuchaba el canto del iraca con confianza y orgullo. Él estaba seguro de ser el elegido por el sol, el elegido por el zipa. Él estaba seguro de ser el próximo zipa. Él no creía en los sueños ni en las profecías. Él solo creía en su valor y en su apoyo.

Y mientras tanto, Michuá escuchaba el canto del iraca con astucia y paciencia. Él no estaba seguro de ser el elegido por el sol, ni el elegido por el zipa. Él no estaba seguro de ser el próximo zipa. Pero él tenía un plan para conseguirlo. Él tenía un as bajo la manga.

El canto del iraca duró varios minutos, hasta que el sol alcanzó su punto más alto en el cielo. Entonces, el iraca bajó las manos y se quedó en silencio. Los demás chibchas también se quedaron en silencio, esperando su veredicto.

El iraca miró al disco de oro, y luego al zipa Tisquesusa. Luego miró a Nemequene, a Sagipa y a Michuá. Y luego dijo:

- El sol ha hablado.

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