☕️ Capitulo 2 La complicidad


Adrien pasó varias semanas visitando el palacio del conde de Montmorency para retratar a Juliette. Cada vez que la veía, se sentía más atraído por ella, y cada vez que la pintaba, se esforzaba por plasmar su belleza y su alma en el lienzo. Juliette también se sentía fascinada por Adrien, y le gustaba conversar con él sobre arte, literatura, música y filosofía. Adrien le enseñaba sus bocetos y sus pinturas, y le hablaba de sus sueños y sus proyectos. Juliette le contaba sus lecturas y sus viajes, y le confiaba sus inquietudes y sus anhelos.

El conde de Montmorency observaba con recelo la creciente complicidad entre los dos jóvenes. No le gustaba que su prometida se mostrara tan interesada por un simple pintor, y menos aún que él le dedicara tantas miradas y sonrisas. El conde era un hombre orgulloso, ambicioso y celoso, que no toleraba que nadie se interpusiera en sus planes. Había elegido a Juliette como su esposa no solo por su belleza, sino también por su fortuna y su linaje. El conde quería aumentar su poder y su prestigio, y para ello necesitaba una aliada como Juliette, que le abriera las puertas de la corte y de la nobleza.

El conde decidió acelerar los preparativos de la boda, y anunció a Adrien que le quedaban pocos días para terminar el retrato. Adrien se sintió angustiado al saber que pronto tendría que despedirse de Juliette, y que nunca más volvería a verla. Juliette también se entristeció al oír la noticia, y se preguntó si alguna vez sería feliz con el conde.

Un día, cuando Adrien estaba dando los últimos retoques al retrato, el conde tuvo que salir del palacio por un asunto urgente. Les dijo a Adrien y a Juliette que no tardaría mucho en volver, y les pidió que no salieran del estudio. Adrien y Juliette se quedaron solos por primera vez.

- ¿Qué te parece el retrato? -le preguntó Adrien a Juliette.

- Es maravilloso -respondió ella-. Has captado mi imagen con una perfección increíble. Pero hay algo más... Has captado también mi corazón.

- ¿Tu corazón?

- Sí, mi corazón. El corazón que late por ti.

Adrien se quedó sin palabras. No podía creer lo que acababa de oír.

- Juliette... ¿Me amas?

- Sí, Adrien. Te amo. Te amo desde el primer día que te vi. Te amo con toda mi alma.

- Yo también te amo, Juliette. Te amo más que a nada en este mundo.

Adrien dejó el pincel y el lienzo, y se acercó a Juliette. La tomó entre sus brazos y la besó apasionadamente. Juliette le devolvió el beso con igual fervor, y se fundieron en un abrazo.Se amaron con locura y ternura, como si fuera la primera y la última vez.


- Adrien... -susurró Juliette-. Huyamos juntos. No quiero casarme con el conde. No lo amo. Solo te amo a ti.

- Yo también quiero huir contigo, Juliette. No puedo soportar la idea de perderte. Pero... ¿Cómo lo haremos? El conde es muy poderoso. Nos buscará por todas partes.

- No importa. Encontraremos un lugar donde escondernos. Un lugar donde nadie nos pueda separar.

- Está bien, Juliette. Huyamos juntos. Pero tenemos que hacerlo pronto. Antes de que sea demasiado tarde.

- Sí, Adrien. Huyamos esta noche.

Adrien y Juliette sellaron su pacto con otro beso, sin saber que el destino les tenía preparada una cruel sorpresa.

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