☕️ capitulo 2 El viaje

Los astronautas se despertaron en sus cápsulas de hibernación, después de haber pasado seis meses en un sueño inducido. Era el protocolo establecido por la agencia espacial internacional, para reducir el consumo de recursos y el estrés psicológico durante la primera etapa del viaje. Durante ese tiempo, la nave espacial “El último viaje” había recorrido una décima parte de la distancia hasta Gaia, aprovechando la gravedad del Sol y de los planetas interiores para acelerar su velocidad.

Los astronautas se levantaron de sus cápsulas y se dirigieron al módulo central, donde les esperaba el ordenador de a bordo, al que llamaban HAL, en homenaje a la famosa película “2001: Una odisea del espacio”. HAL les dio la bienvenida y les informó de que todo estaba funcionando correctamente. Les mostró una imagen de Gaia en la pantalla principal, un punto azul-verdoso que se distinguía entre las estrellas. Les dijo que quedaban 18 años para llegar al planeta, y que a partir de ese momento, tendrían que permanecer despiertos y activos, para mantener su salud física y mental.

Los astronautas se miraron entre ellos y se saludaron con cordialidad. Aunque habían entrenado juntos durante meses antes del lanzamiento, no se conocían muy bien. Cada uno tenía su propia personalidad, sus propios intereses y sus propios secretos. Sin embargo, sabían que tenían que convivir en un espacio reducido y cooperar en una misión vital. Por eso, decidieron hacer un esfuerzo por conocerse mejor y crear un ambiente de confianza y armonía.

El comandante Jones tomó la iniciativa y propuso que cada uno se presentara brevemente y contara algo sobre sí mismo. Los demás aceptaron la idea y se sentaron alrededor de una mesa circular, donde había comida preparada por HAL.

Jones empezó diciendo que era de Texas, que le gustaba el rock clásico y que su sueño era ser el primer hombre en pisar Gaia. Petrova siguió diciendo que era de Moscú, que le gustaba el ballet y que su sueño era volar más rápido que la luz. García continuó diciendo que era de Barcelona, que le gustaba el fútbol y que su sueño era construir una nave espacial mejor que la actual. Lee prosiguió diciendo que era de Londres, que le gustaba el té y que su sueño era curar todas las enfermedades. Leroy prosiguió diciendo que era de París, que le gustaba el vino y que su sueño era descubrir vida extraterrestre. Silva terminó diciendo que era de Río de Janeiro, que le gustaba la samba y que su sueño era ser feliz.

Los astronautas se rieron y se aplaudieron unos a otros, sintiendo una mayor cercanía y simpatía. Luego, empezaron a hablar de otros temas más profundos e íntimos, como sus motivaciones para formar parte de la misión, sus miedos y sus esperanzas. Se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común, pero también muchas diferencias. Sin embargo, eso no les impedía respetarse y apreciarse.

Así pasaron las horas, los días y las semanas. Los astronautas se adaptaron a la vida en el espacio, siguiendo una rutina diaria que incluía ejercicios físicos, revisiones médicas, experimentos científicos, comunicaciones con la Tierra y momentos de ocio. También se turnaban para pilotar la nave espacial, supervisar los sistemas y hacer reparaciones si era necesario.

Los astronautas se hicieron amigos e incluso surgieron algunos sentimientos más allá de la amistad. Jones y Lee se sintieron atraídos el uno por el otro, compartiendo su sentido del deber y su madurez. García y Silva se enamoraron perdidamente, disfrutando de su alegría y su optimismo. Petrova y Leroy se respetaron mutuamente, admirando su inteligencia y su pasión.

Los astronautas eran felices en el espacio, pero también echaban de menos la Tierra y a sus familias. Cada vez que recibían un mensaje de sus seres queridos, se emocionaban y se entristecían al mismo tiempo. Sabían que el tiempo pasaba de forma diferente para ellos que para los que se habían quedado en el planeta, debido a la relatividad especial. Cada año que pasaba para ellos, eran cuatro años en la Tierra. Eso significaba que cuando llegaran a Gaia, habrían envejecido 20 años, pero sus familiares habrían envejecido 80. Tal vez algunos de ellos ya no estarían vivos. Tal vez todo habría cambiado.

Los astronautas se consolaban unos a otros y se recordaban que estaban haciendo algo importante y noble por la humanidad. Se decían que Gaia sería su nuevo hogar y que allí encontrarían la paz y la felicidad. Se decían que el viaje valdría la pena.

Pero lo que no sabían era que Gaia no era lo que esperaban, y que había secretos ocultos en su superficie que podrían cambiar el destino de la humanidad.

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